Mensaje del P. Germán
Año
litúrgico A
El Concilio de
Trento y después el del Vaticano
II, reformaron la liturgia para
ayudarnos a encontrar coherencia en las lecturas que proclamamos durante todo
el año y conocer, al final de los tres
años litúrgicos (A-B-C), los textos más importantes de la Palabra de Dios. La
lectura de los textos de los tres años litúrgicos, nos presenta un resumen de
la historia de la salvación y de la vida de Cristo.
Los santos y las fiestas litúrgicas (Navidad, el
Bautismo del Señor, Pascua, la Ascensión, Pentecostés,…), se intercalan entre los domingos llamados
ordinarios. Ciertas fiestas se celebran el mismo día que nuestros hermanos
Ortodoxos.
El año litúrgico empieza el primer domingo de adviento, cuatro semanas antes de Navidad. Después concluye con la fiesta de Cristo Rey del
Universo, el 34º domingo del tiempo ordinario hacia finales del mes de noviembre.
El año litúrgico está dividido de la siguiente manera:
El tiempo de Navidad, la Epifanía y el bautismo de
Cristo.
Después del bautismo de Cristo, entramos en el tiempo
ordinario que termina con la fiesta de Cristo Rey del Universo.
El tiempo ordinario, se interrumpe con la celebración
del Miércoles de Cenizas que marca el inicio de la Cuaresma. Los 40 días de
Cuaresma nos preparan para celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección del
Señor.
Antes de regresar al tiempo ordinario, celebramos la
Pentecostés, la Trinidad y el Cuerpo de Cristo.
En este año litúrgico A, vamos a recorrer el Evangelio
de San Mateo.
El evangelista nos va a ayudar, domingo a domingo, a
descubrir la vida pública de Jesús y la importancia de la comunidad, para ser
discípulo y apóstol de Jesús.
Escuchemos domingo a domingo el Evangelio de San
Mateo, tratemos de descubrir cada día
más, todo lo que Jesús hizo para revelarnos la imagen de Dios y para enseñarnos
a amar.
Aprovechemos de este año litúrgico A para descubrir la
importancia de pertenecer a una comunidad cristiana. Tratemos día a día de
integrarnos en la comunidad que necesita nuestra presencia, nuestra oración y
nuestras aptitudes para continuar creciendo.
Que este nuevo año litúrgico nos ayude a crecer en
nuestra fe personal y comunitaria. Que el Evangelio y la
Buena Nueva, sea cada día más visible en nuestra vida, en nuestras familias y
en nuestra sociedad.
Feliz semana.
Feliz comienzo del tiempo de Adviento.
P. Germán 8º de diciembre 2013