Mensaje del P. Germán
Del 5 al 10 de febrero, fui a México en
peregrinaje con un pequeño grupo de personas de la parroquia.
Para mí,
y creo que también para todos los
participantes fue una hermosa experiencia humana, espiritual e intelectual.
Visitamos en primer lugar la Basílica de
Nuestra Señora de Guadalupe en donde celebramos la misa el primer y el último
día de nuestro peregrinaje. Tuvimos la alegría y el privilegio de
contemplar muy cerca la imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe. El Vice-rector de la Basílica autorizó a nuestro
grupo, entrar a la sacristía y subir al
altar principal de la Basílica para estar algunos minutos en oración y
contemplación delante de la imagen que Juan
Diego vio en 1531. La misma imagen
que quedó grabada en su tilma o ayate
y que se conserva milagrosamente hasta nuestros días.
Encontrarse tan cerca de la imagen
fue emocionante, tuve la
impresión de vivir algunos instantes fuera del tiempo y del espacio. Es imposible
describir la experiencia espiritual vivida frente a la imagen de Nuestra
Señora que encierra tantos enigmas que
los científicos aún no han podido descubrir .
Además del encuentro con María, vivimos también
una hermosa experiencia de la Iglesia Universal y de la Catolicidad de la
Iglesia. Allí acuden personas de todo
el mundo que van a orar y a contemplar
la imagen de aquella que bajó del cielo para manifestarnos su amor.
Oramos por todos ustedes y por sus familias.
Nuestra Señora conoce y sabe mejor que nadie todas nuestras
preocupaciones y nuestros sufrimientos. Todos ustedes están en el corazón de la
madre de Dios, madre de la Iglesia y madre nuestra.
Para comprender la importancia de las
apariciones de María a un aborigen/nativo mexicano hay que conocer un mínimo de
los pueblos indígenas de México.
Por eso fuimos a visitar las excavaciones y las
Pirámides de la Luna y el Sol en Teotihuacán como también la más alta de las
Pirámides de las Américas en Cholula. Visitamos las ciudades de Puebla,
Cuernavaca, Taxco, Tonantzintla y por supuesto la ciudad de México.
Me impresionó la riqueza humana, espiritual,
material e intelectual de las culturas indígenas mexicanas.
Revisamos la historia para hablar de los
horrores de la conquista y de los intercambios entre la religión católica y las
religiones indígenas mexicanas.
En varias ocasiones recordé que entre los conquistadores había sacerdotes y con
ellos misioneros religiosos que dieron
sus vidas por defender a los indígenas,
ofreciéndoles una educación evangelizada
y a su vez compartir con ellos sus conocimientos medicinales.
La religiosidad de la cultura indígena me
recordó que en todo hombre y mujer hay una tendencia interior que nos lleva a
buscar a Dios. Algunas prácticas de la
religión indígena son muy similares a
las nuestras. Ello me hizo pensar
en la
Declaración del Concilio Vaticano II, en la cual la Iglesia reconoce que en todas
las religiones hay gérmenes de la Verdad.
También
celebramos la misa en la catedral de Puebla, en la iglesia San Sebastián
(y Santa Prisca) en Taxco, de igual forma
en la Catedral Metropolitana de
la ciudad de México. En Puebla hablamos del 3er encuentro del CELAM
(Conferencia Episcopal Latino-Americana)
llevado a cabo en el año de 1979 en presencia de Juan Pablo II. En esa
Conferencia, los obispos de nuestros
continentes reafirmaron la opción preferencial de la Iglesia por los pobres. La
ciudad de México es una ciudad con mucha influencia de las culturas europeas.
Todavía hay mucho que decir pero quería simplemente compartir con ustedes
estas experiencias para que
alienten el deseo de seguir
descubriendo a Nuestra Señora de Guadalupe y las culturas indígenas de las
Américas.
Feliz camino hacia Pascua.
P. Germán 3 y 4 de marzo del 2012