Mensaje
del P. Germán
LECTORES Y MINISTROS DE LA EUCARISTÍA
El próximo martes 8 de octubre en inglés y el jueves 10 de octubre en español a las 7:30pm en la iglesia, se llevará a cabo una formación para los lectores y
ministros de la Eucaristía.
La proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia, como la distribución del Cuerpo y de la Sangre de
Cristo durante la misa, son ministerios que la Iglesia confía a ciertos
bautizados preparados y considerados
aptos para estas importantes misiones.
La proclamación de la Palabra de Dios es un acto importante en la
liturgia. Por medio de las lecturas que la Iglesia nos propone para cada día y
para cada domingo, Dios le habla a su pueblo. Cada vez que proclamamos la
Palabra de Dios en la liturgia, debemos estar conscientes de que somos
instrumentos al servicio del Señor. Que Él
nos tiene un mensaje para cada persona que escucha su Palabra.
Las lecturas del antiguo testamento, los salmos y los Evangelios, son
textos escritos desde hace muchos siglos,
a veces el vocabulario es difícil de comprender o algunas palabras son
difíciles de pronunciar. Por eso es
importante que los lectores hayan leído el texto antes de la liturgia y que se
hayan dado tiempo suficiente para orar
con el texto que van a proclamar. De esta forma
facilitar la comprensión de aquellos que va a escucharlo.
Los ministros de la Eucaristía tienen también un papel muy importante. Ellos distribuyen el Cuerpo y la
Sangre de Cristo a sus hermanos y hermanas. En la última cena, el Señor Jesús
dijo, tomen y coman, tomen y beban. Por eso
el Cardenal Mahony (cuando fue
responsable de la Iglesia de Los Ángeles), pidió que en todas las
parroquias de la arquidiócesis y en todas las misas dominicales
distribuyéramos el Cuerpo y la Sangre
de Cristo. Para así, obedecer a las palabras de Cristo y ofrecer la posibilidad a todos los bautizados, de
alimentarse con el Cuerpo y la Sangre del Señor.
Las personas que no reciben la comunión, por alguna razón que les pertenece o los niños que
todavía no han hecho su primera comunión, pueden acercarse al altar en
procesión con aquellos que van a comulgar para pedir una bendición. Es
suficiente cruzar sus brazos en el pecho para que el ministro de la Eucaristía
comprenda que usted no va a comulgar y que viene a buscar
una bendición. Es importante que el ministro de la Eucaristía bendiga a la
persona con un signo de la cruz y no con una caricia, una imposición de manos u
otro gesto que no tiene nada que ver con una bendición.
Necesitamos lectores y ministros de la Eucaristía. Deseamos que todos
los lectores y ministros de la Eucaristía participen en la formación, para que cada uno comprenda la
importancia de su misión y para que
nuestras liturgias sean cada día más hermosas.
Feliz semana.
Feliz año de la Fe.
P. Germán 6 de octubre del 2013