Fr German’s message WELCOMING In the message of December 13th I spoke about the retreat and an important event which I attended. I told you that I was going to speak about that event in another message. On November 29th I was invited to Blois (the diocese where I am still incardinated) to celebrate the 20th anniversary of the guesthouse for the families of Blois prison inmates. With the Protestant pastor Guy Rousseau and a team of believers and unbelievers, we built a guesthouse for the families that might be coming from far away to visit a relative in prison. We needed to begin by changing society’s mentalities. We had a lot of people opposed to our project. Many people did not understand that you could spend energy and “money” on welcoming the families of people who had wronged society. Twenty years ago they told us the guesthouse would not work because “those people” would destroy it. We needed to raise 600,000 francs, or $99,000. We were able to complete construction thanks to many people who believed in our project and helped us. The guesthouse is working because, since it opened its doors, there have always been volunteers committed to receiving the families. In the past 20 years, 80,000 adults have been welcomed. If I’m talking about this event, it is because I think it is important to bring up two things.
| LA ACOGIDA En el mensaje del 13 de diciembre les hablé del retiro y de mi participación en un evento importante. En ese mensaje les decía que les hablaría más adelante, de ese evento. El 29 de noviembre, estuve invitado en Blois (la diócesis en la que estoy todavía incardinado), a celebrar los veinte años de la casa de acogida, para familias de las personas encarceladas, en la cárcel de Blois. Con el Pastor Protestante, Guy Rousseau, y un equipo de personas creyentes o no, construimos una casa para acoger a las familias que vienen, a veces de muy lejos, a visitar un familiar encarcelado. Tuvimos que empezar por cambiar la mentalidad de la sociedad. Muchas personas se opusieron a nuestro proyecto. Muchos no comprendían el hecho de que gastáramos energía “y dinero” para acoger a la familia de alguien que le había hecho daño a la sociedad. Hace 20 años nos dijeron que la casa no duraría mucho tiempo porque “esa gente”, la destruiría. Tuvimos que recoger 600.000 (francos franceses) ($99.000 dólares). Pudimos realizar la construcción, gracias a mucha gente que creyó en nuestro proyecto y nos ayudó. La casa funciona porque desde su inicio, ha habido voluntarios que se han comprometido en la acogida. En 20 años, 80.000 personas han sido acogidas. Si les hablo de ese evento, es porque me parece importante resaltar dos cosas. 1.- Tenemos que trabajar con cristianos de otras denominaciones y con personas que no comparten nuestra fe, o que no tienen fe. Juntos podemos realizar obras de misericordia. Hay gente de buena voluntad, en todas las religiones y también en medio de los que no tienen religión. Nada debe impedirnos trabajar juntos para ayudar a los más necesitados de nuestros hermanos y hermanas. 2.- La acogida es indispensable para que la sociedad crezca con confianza y en paz. Tenemos que aprender a acoger gratuitamente. Alrededor de nosotros y en todos los países hay gente que necesita ser acogida. No les voy a hablar de las diferentes maneras de acoger. Son múltiples y cada uno puede encontrar la manera y las circunstancias que le convienen para acoger. En este año de la misericordia, tratemos de realizar obras de misericordia (dar de comer y de beber a quien tiene hambre y sed; vestir a los que no tienen ropa; acoger al extranjero; y a los que no tienen habitación; visitar a los enfermos y a personas solas; perdonar a aquellos que nos han hecho daño; liberar a los cautivos; ocuparse de los que están en la cárcel; instruir a los ignorantes y aconsejar a quienes tienen dudas; reconfortar a los afligidos,….) En este año de la misericordia abramos las puertas de nuestro corazón, las puertas de nuestros hogares, de nuestras comunidades, de nuestras iglesias y de nuestra sociedad para que nadie se sienta excluido. La acogida y las obras de misericordia están al alcance de todos. No hay excusa. Todos podemos comprometernos a transformar el mundo, abriendo las puertas para acoger y trabajando para que los que sufren obtengan mejores condiciones de vida. Feliz semana y feliz año de la Misericordia. P. Germán 10 de enero del 2016 |
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