10º Domingo Tiempo de
la Iglesia
Año Litúrgico C
Los Ángeles, el 9 de junio del
2013
1ª
lectura: del 1er libro de los Reyes
17,17-24
Salmo : 29(30)2.4.5-6.11.12.13
2ª
lectura: carta de San Pablo a los Gálatas 1,11-19
Evangelio: de San Lucas 7,11-17
En la primera lectura que
la Iglesia nos propone este domingo del tiempo ordinario, el primer libro de
los Reyes nos dice que el profeta Elías fue reconocido como un hombre de Dios,
cuando manifestó su compasión frente a una mujer que estaba sufriendo al ver a
su hijo enfermo.
El Evangelio de San
Lucas que proclamamos este domingo, nos recuerda que Jesús tuvo compasión de
una viuda que lloraba la muerte de su único hijo.
La liturgia de hoy nos
propone una meditación sobre el Sufrimiento y la Compasión.
El Sufrimiento:
Dios no quiere que
suframos y NUNCA utiliza el sufrimiento para castigarnos o para obligarnos a
regresar al buen camino. Es un error grave el decir que Dios envió un
sufrimiento a alguien para castigarlo o para obligarlo a cambiar de vida.
¿Harían ustedes eso con alguno de sus
hijos? Estoy seguro que Dios es más grande que cualquiera de nosotros. Que su
amor es mucho más fuerte del que ustedes
puedan sentir por sus hijos.
Dios es sensible,
Él no es indiferente ante nuestro sufrimiento.
El sufrimiento es un
gran misterio, nadie puede explicarse o comprender el hecho de que el
sufrimiento llegue a una u otra persona
o familia, más que a otra.
Lo que podemos afirmar es que el sufrimiento
toca el corazón de todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. Todos somos
iguales ante el sufrimiento. Los ricos,
los pobres, los grandes, la gente del norte y la gente del sur, a todos nos
afecta el sufrimiento y frecuentemente no sabemos qué hacer frente al
sufrimiento.
Ante el
sufrimiento, estamos invitados a la Compasión.
En los Evangelios, hay
varias páginas en las cuales los evangelistas, nos cuentan que Jesús sintió
compasión e intervino cada vez que encontró a un hombre o una mujer sufriendo.
Yo creo que si mucha
gente reconoce que el Papa Francisco es un gran papa, es sobre todo debido a la
compasión que ha manifestado, cada vez que se encuentra ante una persona
enferma, con alguna discapacidad, de edad avanzada o ante un niño.
La compasión es una
cualidad de aquellos que tienen un corazón abierto y generoso. La compasión es
un valor para aquellos que saben que el
sufrimiento del otro puede ser el suyo. La compasión es la riqueza de aquellos
que algún día han sufrido pero que han
tenido alguien a su lado que les ha ayudado con compasión, a luchar
contra el mal y contra el sufrimiento.
Abramos nuestro corazón
al Amor de Dios para que la compasión esté siempre presente en nuestras
palabras y nuestros actos. Visitemos
aquellos que sufren. Ayudémosles
a vivir en su lucha contra el sufrimiento con la compasión que existe en
el fondo de nuestro corazón y que nos permite seguir el camino del Evangelio.
Amén
P.
Germán