12º Domingo del tiempo de la Iglesia
Nacimiento de Juan el
Bautista
Año Litúrgico B
Los Ángeles, el 24 de junio
del 2012
1ª
lectura: del libro del profeta Isaías 49,1-6
Salmo: 138(139)1-3.13-15
2ª
lectura: de los Hechos de los Apóstoles 13,22-26
Evangelio: de San Lucas 1,57-66.80
Hoy celebramos el aniversario del nacimiento
del más grande de los profetas: Juan Bautista.
El Concilio Vaticano II, en varios de sus
textos, nos dice que con el bautismo,
todos los cristianos hemos sido consagrados: sacerdotes, profetas y reyes.
Así pues,
aprovechemos de la fiesta de San Juan Bautista, para comprender lo que representa el ser un profeta y el camino que debemos seguir
para ser como Juan, verdaderos profetas.
Un profeta es alguien que está en comunión y se deja conducir por el Espíritu Santo para
anunciar la Palabra de Dios.
Gracias a la primera lectura y al Evangelio del
día de hoy, vemos que el Espíritu de
Dios habita en toda persona, incluso antes de su nacimiento: “El Señor me llamó desde el vientre de mi madre:
cuando aún estaba yo en el seno materno,
Él pronunció mi nombre” Is 49 1b. Y San Lucas, nos dice que Juan Bautista saltó de alegría en el vientre de su
madre, cuando recibió la visita de María que llevaba a Jesús en su cuerpo.
El primer paso para ser profeta, es reconocer y
aceptar que el Espíritu de Dios nos habita y que también habita el
corazón de nuestros hermanos y hermanas.
Este reconocimiento nos lleva a tener un gran
respeto hacia nosotros mismos y hacia los demás.
Dios habita en mí y habita en mis hermanos y
hermanas.
Como Juan, debemos saltar de alegría y vivir en
paz porque Dios está con nosotros.
Nuestro Padre está en el corazón de todo
hombre y de toda mujer.
Nosotros
hemos sido bautizados y enviados
al mundo para anunciar que Dios se
encuentra en medio de nosotros. Hemos
sido enviados al mundo con la misión de
dar a conocer que todo hombre y toda mujer
deberán ser respetados, y valorizados ya que todos estamos hechos a
semejanza de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros.
La misión de cada bautizado es de ser profeta,
es decir, dejarse guiar por el Espíritu de Dios para de esta forma, anunciar
en toda circunstancia la presencia del Padre.
El mundo necesita profetas y hoy la Iglesia nos
reitera que en el momento del bautismo aceptamos la misión de anunciar la
presencia y la acción de Dios en medio de nosotros. Ello a través de nuestras
palabras y nuestros actos.
Dejémonos guiar
por el Espíritu de Dios y seamos verdaderos profetas en nuestras
familias, en nuestro trabajo y en nuestra sociedad.
Que nuestros hermanos y hermanas al ver nuestra
forma de ser y vivir, descubran la
presencia de Dios en nosotros y en ellos.
Seamos como Juan y como los otros profetas. No
tengamos miedo de dejarnos guiar por Dios.
Amén
P.
Germán