16º Domingo del tiempo de la Iglesia
Año Litúrgico B
Los Ángeles, el 22 de julio
del 2012
1ª lectura: del libro del profeta Jeremías
23,1-6
Salmo: 22(23)
1-3.3-4.5-6
2ª
lectura: carta de San Pablo a los Efesios 2,13-18
Evangelio: de San Marcos 6,30-34
En esta semana, los invito a
detenerse en la última frase del
Evangelio de este domingo para meditar: “Cuando
Jesús desembarcó, vio una multitud que lo estaba esperando y se compadeció de
ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas
cosas”.
El evangelista nos dice que Jesús tuvo piedad
de la gente que lo seguía porque estaban como ovejas sin pastor.
El profeta Jeremías dice en la primera lectura
que las ovejas sin pastor se dispersan, se confunden, sienten miedo, sufren y
se sienten perdidas.
La Palabra de Dios nos dice hoy que necesitamos
un pastor que nos reúna, que nos muestre el camino de la justicia y de la paz.
Un Pastor que nos anime en los momentos difíciles, nos consuele frente a los sufrimientos y nos indique la ruta que nos lleva a la
felicidad.
El primer mensaje de este domingo es: “todos
necesitamos de un pastor”.
Entonces, en esta mañana podemos
preguntarnos: ¿Quién es mi pastor? ¿A quién sigo en mi vida? ¿Quién me
aconseja cuando debo tomar una decisión importante en mi vida, en mi trabajo,
en mis relaciones con los demás? ¿Quién me consuela y me ilumina en los
momentos de oscuridad? ¿Quién me ayuda a encontrar a los demás, a trabajar por la reconciliación y por la
unidad a mi alrededor?
El drama de muchas personas en nuestra
humanidad, es el no conocer al Buen
Pastor o el no aceptar seguirlo.
La Iglesia y los bautizados, hemos recibido la
misión de mostrar y de conducir a todos los hombres y mujeres de buena voluntad
hacia el Buen Pastor.
Por medio de la cruz y la resurrección por todos, Jesús da
testimonio de su amor por la humanidad y de su deseo de reunir a toda la
creación alrededor de Él para construir un Reino de justicia y de paz.
El Señor sintió piedad de la multitud hace 2000
años y todavía hoy, siente piedad de nuestro mundo.
Mientras más ricos somos y desarrollamos nuestra inteligencia, corremos más el riesgo de creernos
todo-poderosos y de pensar que no necesitamos un Pastor para guiarnos y para ayudarnos
a construir el mundo.
El Señor siente piedad de mí porque no me dejo
guiar por Él. Entonces, ¿Cómo en esta semana, puedo cambiar mi actitud para
transformarme en un hombre nuevo, en una mujer nueva que se deja guiar por el
Buen Pastor, hacia la paz que Él vino a ofrecernos?
Si ustedes desean que la paz habite en su
corazón, en su familia, en su trabajo y en su barrio; abran las puertas de su
corazón al Buen Pastor que va a instruirlos y a enseñarles a organizar su vida
según, la ley del amor y de la justicia.
Amén
P.
Germán