18º Domingo del tiempo de la Iglesia
Año Litúrgico B
Los Ángeles, el 5 de agosto
del 2012
1ª lectura: del libro del Éxodo
16,2-4.12-15
Salmo: 77(78)3-4.23-24.25.54
2ª
lectura: carta de San Pablo a los Efesios 4,17.20-24
Evangelio: de San Juan 6, 24-35
Desde el domingo pasado y durante todos los
domingos de agosto, vamos a recorrer el capítulo sexto del Evangelio de San
Juan.
La Iglesia nos propone en este mes de agosto,
el discurso de Jesús sobre el pan de vida.
Como no voy a estar en San Sebastián los
próximos tres domingos para mirar punto por punto el discurso sobre el pan de
vida, los invito hoy a tratar de descubrir lo esencial de la enseñanza de Jesús en estas palabras.
San Juan nos dice que muchas personas dejaron
de seguir a Jesús ya que se escandalizaron con ese discurso.
Nosotros podemos comprender la reacción de esas
personas, frente a las palabras de Jesús, ya que no son fáciles de comprender,
ni de aceptar, a pesar de eso ellas son el fundamento de
nuestra fe.
Nosotros debemos alimentarnos del Cuerpo y de
la Sangre de Cristo para poder amar como Él nos amó.
Hoy debemos escuchar lo que Jesús le dice a la
multitud que lo seguía: “…ustedes no me andan buscando por haber visto
signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse”.
¿Por qué seguimos a Jesús? ¿Cuáles son las
razones profundas por las cuales adherimos al Señor?
¿Vemos los signos de su presencia en nuestra vida?
o ¿Lo seguimos simplemente porque buscamos alguien que nos asegure o nos
de salud, dinero o un bienestar?
Jesús vino para enseñarnos a amar y nos dio
todo, incluso su Cuerpo, para que pudiéramos seguir su ejemplo.
Estamos en la tierra para amar y la fe es la
escuela en la cual tratamos de aprender a amar.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo que comemos y
bebemos en cada Eucaristía, son el alimento indispensable para amar como Jesús
nos ama.
Nosotros somos discípulos de Jesús porque
queremos amar como Él nos ama.
La fe es un compromiso y cuando aceptamos comulgar
el Cuerpo y la Sangre de Cristo, nos comprometemos a
vivir como Jesús: Amar y darlo todo por amor.
En el discurso sobre el pan de vida, Jesús define su misión y anuncia la nuestra.
No hay amor más grande que el de dar su vida por la persona amada. El pan de
vida, la Eucaristía que compartimos nos recuerda que Dios se entregó por
amor, por nosotros, para mostrarnos el
camino que debemos seguir si queremos vivir nuestra vocación.
Todos hemos sido creados por amor y para amar.
Aquellos que no han comprendido esto, tienen dificultad para dar un sentido a su vida y se pierden en el
dinero, en el poder, en la violencia, en la dominación y en caminos que
destruyen a las personas y a los pueblos.
Danos Señor el pan de vida para que podamos ser
alimentados con la fuerza que nos permita amar como tú nos has amado.
Amén
P.
Germán