1er domingo
de Adviento
Año litúrgico C
El 2 de diciembre del
2012
1ª lectura del libro de Jeremías 33,14-16
Salmo
24(25)4-5.8-9.10.14
2ª lectura de la 1ª carta a los Tesalonicenses 3:12-4:2
Evangelio de San Lucas 21,25-28. 34-36
Para empezar el tiempo de adviento, la liturgia nos
invita a mirar los signos que anuncian la llegada de la Navidad.
En las ciudades y en nuestras
casas, ya empezamos los preparativos para celebrar la Navidad.
Las próximas semanas van a seguir el ritmo de las luces, la música, las
compras y las invitaciones para reunir los amigos y la familia.
Muchos signos exteriores, nos anuncian que el acontecimiento que vamos a
celebrar tiene algo que ver con la luz, con la alegría y con la paz.
En nuestras iglesias también nos preparamos a celebrar la Navidad en
medio de la luz, de la paz y de la alegría, porque la venida de Dios a nuestro mundo trae luz,
paz y alegría a la humanidad.
El signo más importante de la Navidad, es El Niño Jesús en el pesebre
que nos revela el verdadero rostro de Dios.
La presencia de Dios en medio de nosotros, se revela en ese niño
humilde, pequeño y dulce, que se pone en las manos de la humanidad, para ser
acogido y para ofrecernos su luz, su paz y su alegría.
El descubrimiento más importante de Navidad es la presencia de Dios que
se presenta pobre y pequeño, para vivir
en medio de nosotros.
En este tiempo de adviento, debemos prepararnos
para descubrir y acoger la simplicidad, la bondad y La Paz de Dios, que se
revelan en El Niño de Belén.
El misterio de Navidad se descubre en la presencia de ese niño, que se
hace vulnerable y pequeño para acercarse a todos los hombres y mujeres que aceptan la humanidad de Dios.
En esta Navidad no hagamos cosas grandiosas. No gastemos demasiado dinero
para recibir al niño Jesús. Abramos nuestro corazón y ofrezcamos a Jesús el calor de nuestra
humanidad y Él nos ofrecerá la luz de su divinidad.
Amén
P. Germán