21º Domingo del tiempo de la Iglesia
Año Litúrgico B
Los
Ángeles, el 26 de agosto del 2012
1ª lectura: del libro de Josué 24,1-2a.15-17.18b
Salmo: 33(34) 2-3,16-17,18-19,20-21
2ª lectura: carta de San Pablo
a los Efesios 5,21-32
Evangelio: de San
Juan 6, 60-69
Me imagino que entre nosotros hay personas que
no tuvieron vacaciones, otros que viajaron y otros que como yo, regresaron
este fin de semana, después de un periodo de descanso.
Entonces, los invito, antes de empezar un
nuevo año escolar, a responder a la pregunta que el profeta Josué le hizo a su
pueblo: "Escojan a quien quieren servir hoy; mi gente y yo queremos
servir al Señor". En la vida de todos los cristianos, en la existencia de
todos los discípulos de Cristo, es indispensable saber a quién queremos servir, para comprender cómo
debemos comportarnos.
Si queremos seguir al Señor, si estamos decididos a servir a Cristo,
debemos tomar en cuenta las palabras de San Pablo a los Efesios:
"sométanse unos a otros, las mujeres a su esposo... Y ustedes hombres, amen a su esposa, según el ejemplo
de Cristo: El amó la Iglesia y dio su vida
por ella..."
Esta invitación de San Pablo ha sido utilizada
en el pasado y sigue alimentando el pensamiento y la literatura de aquellos que
miran solo la superficie de las cosas.
Se ha utilizado esta frase de San. Pablo para
acusarlo de misoginia (que no ama a las mujeres), para justificar
comportamientos machistas o para hacernos creer en una cierta superioridad del
hombre en relación con la mujer. Esto es un error. No hoy, nada de eso,
en la intención de aquel que abandonó todo para seguir a Cristo. San.
Pablo nos dice que si queremos ser cristianos y que si decidimos seguir a Cristo, debemos aceptar vivir como Él.
En la vida y en las enseñanzas de Cristo, tenemos siempre un ejemplo y una invitación a
"someternos los unos a los otros". No podemos vivir felices si
nuestras relaciones humanas están animadas por la dominación y no por el
respeto y por la búsqueda de la felicidad de los demás. Someterse los unos a
los otros, quiere decir que la primera intención de mis palabras y de mis actos deben ser la búsqueda de la
felicidad de los demás. El egoísmo y la dominación de ciertas personas o
gobiernos han sido un ejemplo de la desgracia que produce la falta de respeto y
el desprecio de la invitación de San Pablo: "sométanse unos a
otros: que las mujeres respeten a su esposo,... Maridos, amen a su esposa,
según el ejemplo de Cristo: El amó la Iglesia y se entregó por ella..."
Si ustedes no entienden la invitación de San.
Pablo o si la palabra “sumisión”, que
San Pablo utiliza, les molesta; les propongo que acepten la intención de
San Pablo, gracias a otra traducción:
“respétense los unos a los otros; las mujeres a su esposo,... Y ustedes los
hombres amen a su esposa, hasta que acepten ofrecer su vida por ella,... Como
lo hizo Cristo por la Iglesia.”
Actuar de esa manera y vivir en ese
espíritu, es el único camino que nos
permite dar testimonio, frente a nuestros hermanos, de que hemos escogido
servir al Señor.
Ahora podemos comprende la razón por la cual,
al escuchar las palabras de Jesús, muchos de sus discípulos lo abandonaron y
dejaron de seguirlo.
Para terminar la reflexión de este
domingo y para empezar nuestra reflexión de la semana, tratemos de
escuchar la que Jesús hace a los doce: “¿ustedes también quieren irse? Y
preguntémonos, al inicio de este año escolar, si estamos dispuestos a responder
con Pedro: "¿Señor, a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna”.
Amén P. Germán