23º Domingo del tiempo de la Iglesia
Año Litúrgico B
Los
Ángeles, el 9 de septiembre del 2012
1ª lectura: del libro de Isaías
35,4-7a
Salmo: 145(146)7.8-9.9-10
2ª lectura: carta de Santiago 2,1-5
Evangelio: de San Marco 7,31-37
¡Effetá!
¡Ábrete! Podemos decir que la
liturgia de este domingo se resume en esta palabra. Ábrete.
La Palabra de Dios, nos invita
a abrir nuestro corazón para escuchar su
Palabra y para anunciarla
con palabras y con la vida.
El profeta Isaías nos dice en
la primera lectura: “díganle a los que
tienen miedo: Ánimo, no teman”.
El apóstol Santiago nos
recuerda, en la segunda lectura de este domingo, que el Señor no hace
diferencias entre los seres humanos.
Todos tenemos un mismo valor ante Dios y todos tenemos un lugar privilegiado en su corazón.
Abramos nuestro corazón hoy
para que nuestros oídos, puedan escuchar todos los días la Palabra de
Dios, para que nuestra lengua pueda
anunciar, todos los días, las maravillas y la grandeza de la creación y de
nuestra vida.
Si nuestros oídos escuchan la
Palabra de Dios y si nuestra lengua anuncia la Buena Nueva, entonces nuestras familias van a crecer en
el amor, nuestra comunidad va a irradiar la paz, y nuestro mundo
descubrirá la fraternidad y el respeto de todos.
“Ánimo, no teman”, alejemos de
nuestros corazones el miedo o la
desconfianza para que nuestros oídos, nuestra lengua y nuestro corazón, se abran a todo lo que el Señor nos transmite
en su Palabra y a través de los
sacramentos.
Oremos los unos por los otros,
para que la Palabra de Dios encuentre nuestros oídos abiertos, para que el
temor, el miedo o la vergüenza de anunciar la Palabra de Dios desaparezcan de
nuestra vida. Para que el corazón de cada uno se abra para amar
y para compartir con todos nuestros hermanos y hermanas, ya que todos somos hijos e hijas del mismo
Padre que no hace diferencia entre el rico y el pobre, entre el blanco y el
negro, entre el hombre y la mujer.
Amén
P. Germán