25º Domingo del tiempo de la Iglesia
Año Litúrgico B
Los
Ángeles, el 23 de septiembre del 2012
1ª lectura: del libro de la
Sabiduría 2,12.17-20
Salmo: 53,3-4.5.6.8
2ª lectura: carta de Santiago 3,16—4,3
Evangelio: de San Marcos 9,30-37
La liturgia de este domingo,
nos recuerda el deseo que existe en toda persona y el camino para alcanzarlo.
Como los discípulos de Jesús,
también nosotros pasamos mucho tiempo en discusiones y preparándonos, para tratar de ser los primeros.
En cada uno de notros, existe
el deseo de ser más que los demás.
Este deseo es legítimo y es
importante alimentarlo para ayudarlo a desarrollarse.
Entonces para satisfacer ese
deseo, tenemos caminos humanos y el
camino de Dios que se opone completamente a nuestros cálculos y proyectos.
Entre los caminos que muchos
hombres y mujeres utilizan en la vida cotidiana, para hacerse destacar están la
envidia y la rivalidad.
Sabemos que hay personas más
importantes que nosotros y que son
mejores que nosotros en muchos aspectos
y nos cuesta trabajo aceptarlo, para
entrar en contacto con ellas en un espíritu de comprensión, de tolerancia y de
admiración.
La envidia y la rivalidad nos
llevan hacia conflictos, divisiones, guerras; y llenan nuestro corazón de sentimientos que
nos impiden vivir en paz.
Pero tenemos también, el camino que Dios nos
propone para ser los primeros y los más grandes: “Si alguno quiere ser el primero, que sea el servidor de todos”.
Quien se pone al servicio de
los demás, en la familia, en la sociedad, en la vida política, en el trabajo,…
practica la justicia y vive en paz.
El primero y el más grande de
todos, es aquel que es tolerante,
comprehensivo, misericordioso y que hace siempre el bien sin hipocresía.
El primero y el más grande de
todos, siembra la justicia y da frutos de paz a su alrededor.
La televisión decía, al inicio
de la semana, que nunca antes, personalidad alguna había recibido una acogida
tan calurosa e importante, por parte de multitudes musulmanas y
cristianas, como lo fue Benedicto XVI en
su última visita a Líbano. He ahí
alguien reconocido como grande y primero porque está al servicio de sus
hermanos y hermanas.
Pero tú y yo. ¿Qué vamos
a hacer para tomar el camino del servicio?
El apóstol Santiago nos aconseja la oración. Una oración en la cual, no
solicitemos dinero para satisfacer nuestros instintos, sino una oración en la
cual pidamos la sabiduría para ocupar el
primer lugar al servicio de todos. Amén
P.
Germán