2º domingo de Cuaresma
Año litúrgico C
El 24 de febrero del
2013
1ª lectura del libro del Génesis 15,5-12.17-18
Salmo 26(27) 1,7-8,8-9,13-14
2ª lectura de la carta de San Pablo a los Filipenses 3,17—4,1
Evangelio de San Lucas 9,28b-36
En este segundo domingo de cuaresma, la liturgia nos
propone el texto de la Transfiguración de Jesús.
Este evento bíblico que ha inspirado a muchos artistas
pintores, se produce durante la oración.
La voz de Dios se deja
escuchar para afirmar: “Éste es mi Hijo, mi escogido. Escúchenlo”.
En este tiempo de cuaresma, la Iglesia nos invita a
orar un poco más. Entonces observemos la oración de Jesús.
Jesús se retira a la montaña e invita tres de sus
amigos para que lo acompañen a orar. Vamos a detenernos para meditar en la
oración de Jesús en la montaña, aunque pudiéramos también reflexionar sobre el
hecho de invitar a tres de sus amigos para
orar con él.
Para orar como Jesús, es importante retirarse un poco
de las actividades cotidianas. Es
necesario dejar a un lado todo lo que
nos apega a nuestras preocupaciones
materiales, importantes por cierto, pero
a veces, nos impiden ver lo esencial o alejan nuestro espíritu y nuestra
conciencia de la paz.
Necesitamos alejarnos,
retirarnos, separarnos por algunos instantes de lo que constituye la vida de
todos los días. El domingo, en nuestro
paso por la Iglesia, es un buen medio para subir a la montaña y encontrarnos con Dios. Para tener un encuentro personal con Aquél
que nos alimenta con su Palabra y con su Eucaristía, para enviarnos al mundo a
vivir como sus discípulos.
La misa del domingo, nos obliga a dejar a un lado el
deporte, el dinero, los estudios, el trabajo, las facturas que debemos pagar,
etc.… para escuchar la voz de Dios.
Y lo que Dios nos dice todos los domingos es: “Este es mi Hijo, mi escogido. Escúchenlo’.
En este tiempo de cuaresma debemos aprovechar para
escuchar la voz de Dios.
Nuestro Señor
nos invita a descubrir en la imagen de Jesús la presencia de Dios.
Hoy estamos invitados por la Iglesia a escuchar la voz
de Dios que nos habla y nos guía todos los domingos en la Eucaristía.
En esta cuaresma oremos como Jesús. Escuchemos su voz
para que domingo a domingo nos acerquemos más al Señor quien desea transfigurar
nuestra existencia para que la luz del Espíritu Santo brille en nuestros actos
y en nuestras palabras.
Amen.
P. Germán