2º
Domingo del tiempo de la Iglesia
Año Litúrgico A
Los Ángeles 19 de enero del
2014
1ª
lectura : del Libro de Isaías 49,3-6
Salmo : 39(40)
2.4.7-8.9.10
2ª lectura : Comienzo de la 1ª carta de San
Pablo a los Corintios 1,1-3
Evangelio: San Juan 1,29-34
El salmo que la Iglesia nos ha propuesto para este domingo, nos hizo cantar:
“Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad”.
Entonces, los invito a reflexionar sobre estas dos preguntas:
1.- ¿Queremos hacer la voluntad del Señor? y
2.- ¿Cuál es la voluntad del Señor?
1.- ¿Queremos hacer la
voluntad del Señor?
El día de nuestro bautismo, recibimos el
Espíritu Santo que nos ilumina, nos guía y nos da la fuerza para seguir a
Cristo y caminar con Él por el camino que el Evangelio nos propone.
Pero el Espíritu Santo nunca nos obliga a hacer
algo. Todos somos libres de escucharlo, de seguirlo, o bien de rechazar su
propuesta o simplemente de ignorarlo.
Dios nos ama demasiado como para obligarnos a
hacer algo. Nosotros somos completamente libres. Hoy la Iglesia y el Evangelio
nos preguntan: ¿Quieren hacer la voluntad del Señor?
En esta semana que empieza, tomemos un poco de
nuestro tiempo para preguntarnos si en el fondo de nosotros mismos, deseamos
hacer la voluntad del Señor o si en cambio, creemos que nuestra propia
voluntad, puede guiarnos por un camino mejor que el propuesto por Dios.
Si queremos hacer la voluntad del Señor,
entonces tratemos de responder a la segunda pregunta:
2.- ¿Cuál es la
voluntad del Señor?
Desde el día de nuestro bautismo, sabemos y
hemos aceptado que el Espíritu del Señor habite en nuestra vida.
Desde el día de nuestro bautismo, hemos
aceptado formar parte del pueblo escogido por Dios, de la familia de Dios.
Hemos aceptado ser los hermanos y hermanas de Jesús.
El profeta Isaías, que escuchamos en la primera
lectura, dice que Dios desea que seamos la luz de las naciones, que le ayudemos
a llevar la Salvación, el Evangelio a todos los rincones de la tierra.
La voluntad del Señor es de convertir a cada
bautizado, como a su pueblo santo, en luz para toda la humanidad.
Todos los bautizados hemos recibido la misión
de llevar la luz a todos los lugares, en donde existan las tinieblas del mal,
del pecado.
El Señor desea que nosotros seamos sus
instrumentos para iluminar el corazón de todos los hombres y mujeres de nuestra
humanidad.
Nosotros somos la luz del mundo y la luz que
llevamos, es la luz que viene del Evangelio.
Nosotros somos la luz del mundo. La luz que
poseemos en nuestro corazón es la luz que recibimos el día de nuestro bautismo,
la luz de Cristo resucitado.
El Señor desea que aceptemos la luz del Espíritu
Santo para que así, podamos iluminar a nuestros hermanos y hermanas con la luz
del Amor, de la Justicia y de la Paz.
Ahora que ya conocemos la voluntad de Dios, preguntémonos si queremos hacer su voluntad. Entonces,
empecemos inmediatamente. El mundo necesita la luz del Evangelio para hacer
desaparecer las tinieblas del mal, del sufrimiento, de la injusticia, de la
guerra, de la pobreza, del pecado.
Amen
P.
Germán