31º Domingo tiempo de
la Iglesia
Año Litúrgico C
Los Ángeles, el 3 de noviembre
del 2013
1ª
lectura: del
libro de la Sabiduría 11,23—12,2
Salmo
: 144 (145) 1-2.8-9.10-11.13.14
2ª
lectura: de la 2ª carta de Pablo a los Tesalonicenses 1,11—2,2
Evangelio: de San Lucas 19,1-10
La historia de este
jefe encargado de recolectar los impuestos en Jericó, es frecuentemente utilizada
en el catecismo para los niños. Se trata de una historia simple que nos
proporciona muchos elementos para reflexionar sobre nuestro encuentro con
Jesús.
Los invito en esta
semana a leer nuevamente lo que Jesús le dice a ese hombre de baja estatura que busca ver quién es Jesús: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.
Dios busca encontrarse con nosotros.
Jesús llama a Zaqueo
por su nombre. Él conoce muy bien las debilidades, el pecado y la riqueza de
este hombre. Jesús sabe que en el corazón de este recaudador de impuestos,
existe la bondad de alguien que desea reconocer sus errores y cambiar de vida.
Dios busca encontrarse
con nosotros y nos llama por nuestro propio nombre. Él nos conoce mejor que
nosotros mismos. El Señor conoce nuestras penas, alegrías, tristezas, temores,
convicciones y dudas.
Dios ve el fondo de
nuestro corazón con una mirada positiva,
llena de esperanza y de amor.
Dios nos busca y todos
los días nos invita a descender de nuestro orgullo, de nuestras convicciones y
de nuestras distracciones que nos impiden
encontrarlo.
Tratemos de descubrir en esta semana, todos los
momentos en los cuales Dios nos busca, ya sea por medio de alguien o por medio
de algún acontecimiento. Tratemos de
descubrir en nuestra vida, todas las situaciones en las cuales vemos que Dios
busca encontrarse con nosotros.
Dios desea hospedarse en nuestra casa.
No dejemos para mañana
este encuentro, Dios desea hospedarse en nuestro hogar hoy.
No busquemos excusas
para no abrir la puerta de nuestro hogar y de nuestro corazón a Dios. Él toca a
la puerta hoy y espera que ahora mismo, decidamos aceptar su presencia en
nuestra vida.
No se trata simplemente
de una visita o de un encuentro pasajero. Dios desea hospedarse, es decir,
instalarse, habitar, hacer de nuestra vida y de nuestra existencia su templo,
su residencia.
De la misma manera que
Zaqueo, nosotros podemos aceptar recibir
ahora mismo con alegría al Señor que nos
busca y como Zaqueo vamos a ver un gran cambio en nuestra vida.
La Salvación, la Paz y
la Felicidad que vienen de Dios, estarán con nosotros si
aceptamos recibir a Dios en nuestro corazón y si le permitimos hospedarse en
nuestra vida.
Rápido, abramos nuestro
corazón a Dios que nos busca y dejémoslo hospedarse en nuestra casa.
Amen.
P.
Germán