32º Domingo del tiempo de la Iglesia
Año
Litúrgico B
Los
Ángeles, 8 noviembre del 2012
1ª lectura: del 1er libro de
los Reyes 17,10-16
Salmo: 145(146)7.8-9.9-10
2ª lectura: de la carta a los
Hebreos 9,24-28
Evangelio: de San Marcos 12,
38-44
La liturgia de éste domingo puede resumirse en
dos palabras:
Atreverse y dar.
Atreverse.
La primera lectura de éste domingo, nos habla
de dos personas que se atreven a tener confianza. El profeta Elías tiene la
audacia de anunciarle a la viuda que nunca le faltará harina, ni aceite, a
pesar de la sequía que sufre su país. El profeta tiene confianza en Dios; y se
atreve a invitar a la viuda a compartir con confianza. La viuda de Sarepta no
pide pruebas, ni garantías antes de actuar. Ella se atreve a creer que las
palabras del profeta son verdaderas. Tiene la fuerza y la audacia de compartir
lo poco que posee, sin temor a morir de hambre.
La fe cristiana nos invita siempre a atrevernos
a vivir con confianza y actuar con audacia, mostrando que si Dios está con
nosotros, nada nos puede faltar.
Necesitamos atrevernos y realizar actos
audaces, frente a situaciones difíciles que se presentan en nuestra vida.
Los cristianos deben atreverse a anunciar que
la paz y la justicia son posibles, a pesar de las guerras y las injusticias que
los medios de comunicación nos muestran todos los días. Los cristianos deben
tener la audacia de realizar actos que construyen la paz y la justicia,
alrededor de ellos.
El miedo, la desconfianza o la falta de
confianza no nos dejan avanzar. El no atreverse nos paraliza, nos conduce al
conformismo, nos impide cambiar y progresar.
No tengamos miedo de atrevernos. En la Biblia
hay muchos ejemplos, en los cuales la audacia de una persona está al origen de
un milagro, o de un cambio importante en la vida de alguien.
Dar.
Las dos viudas de las cuales la Palabra de Dios
nos habla éste domingo, son dos mujeres que se atreven a dar.
Estas dos mujeres tienen muchas razones para no
dar. Hubiesen podido conservar lo poco que tenían para sobrevivir. Pero,
escogen dar y darlo todo.
Jesús admira esa
mujer que da sin miedo, que comparte todo lo que tiene para vivir.
Estas dos mujeres son un ejemplo para nosotros.
Frecuentemente, no damos porque nos da miedo que luego nos falte algo. A veces
no damos lo suficiente, porque creemos que no somos lo suficientemente ricos
para dar lo que tenemos.
Dar es una de las características del
cristiano. Dios no dio la vida, la creación, el Espíritu Santo y nos dio
incluso a su Hijo.
Cristo dio su vida por nosotros. Nosotros
estamos invitados a dar, porque hemos recibido mucho gratuitamente.
El don es el único acto que no responde a las
leyes matemáticas. Quien da no ve su riqueza disminuir, sino que por lo
contrario observa que sus bienes se multiplican.
Atrevámonos a dar, ese es el consejo que la
Palabra de Dios nos propone éste domingo.
Amén
P.
Germán