3er. Domingo del tiempo
de la Iglesia
Año Litúrgico B
Los Ángeles, el 22 de enero
del 2012
1ª
lectura: del libro de Jonás 3,1-5.10
Salmo: 24(25) 4-5.6-7.8-9
2ª
lectura: 1ª carta de San Pablo a los Corintios 7,29-31
Evangelio: de San Marcos 1,14-20
Estamos en la Semana de Oración por la unidad
de los cristianos (del 18 al 25 de enero). El tema propuesto para esta semana
es: “Todos seremos transformados por la
victoria de nuestro Señor Jesucristo” (cf. 1 Co 15,51-58)
Me parece que la invitación del profeta Jonás,
la de San Pablo y de Jesús nos ayudan a orar y
actuar por la unidad de los cristianos: “El Reino de Dios ya está cerca. Conviértanse y crean en el Evangelio”.
Ya es tiempo de que terminen las divisiones
entre los cristianos. Es tiempo de que
todos los cristianos nos unamos para anunciar
que Dios es amor y que Jesús vino al mundo para integrar a todos/todas sus discípulos en la construcción
de la paz, de la reconciliación, de la fraternidad universal.
Es cierto,
en los últimos 50 años, ha habido mucho progreso en el mutuo respeto y
comprensión entre los discípulos de
Cristo. Pero también es cierto que, en
este mismo periodo, hemos visto nacer muchas
iglesias nuevas y grupos
religiosos que se proclaman de Cristo.
Así pues, la
división entre los cristianos es un escándalo. La división es un falso
testimonio de parte nuestra para aquellos(as) que todavía no conocen al Señor.
Entonces, ¿qué podemos hacer, ustedes y yo para
trabajar por la unidad de los cristianos?
Les propongo la oración y la acción.
La oración:
En esta semana de oración por la unidad de los
cristianos, los invito a orar todos los días de la semana para que el Señor nos
conceda la alegría de conocer, lo más pronto posible, la unidad entre todos los cristianos.
Para que la humanidad descubra que el
Reino de Dios está en medio de nosotros y para que todos los hombres y las
mujeres crean en la Buena Nueva.
La oración es importante en la vida de todos
los cristianos y la acción también.
Cada uno puede realizar, en esta semana, una acción de reconciliación. Nosotros
como católicos, que alimentamos nuestra fe con el pan y el
vino de la unidad, debemos dar ejemplo
de reconciliación, de perdón, de unidad. Empecemos por reconciliarnos en
nuestro corazón con aquellos(as) que nos
hemos separado o alejado o disgustado.
Tratemos de decir una palabra o hacer algo que
nos permita acercarnos a las personas
con las cuales no hablamos desde hace un cierto tiempo.
En nuestro lenguaje y en nuestro comportamiento,
evitemos todas las frases que nos separen o dividan. Hagamos todos lo necesario para que la unidad
y la reconciliación sean una realidad en nuestras familias, en nuestros lugares
de trabajo y en nuestra sociedad.
El Reino de Dios ya está cerca y en esta semana, la Iglesia nos invita a
creer en el Evangelio, a trabajar por
la unidad y por la reconciliación para que el mundo crea que Jesús transforma
nuestra existencia.
Amén
P.
Germán