3º
Domingo de Cuaresma Año Litúrgico A
Los Ángeles, el 23 de marzo del 2014
1ª
Lectura: del libro del Éxodo 17,3-7
Salmo: 94(95) 1-2.6-7.8-9
2ª
Lectura: de la carta de San Pablo a los Romanos 5,1-2.5-8
Evangelio: de Juan 4,5-42
El Evangelio en este tercer
domingo de Cuaresma, nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con Jesús,
es decir sobre la oración.
Para comprender las características
de la oración sincera, detengámonos un poco en
lo que sucedió entre esa mujer de Samaria y Jesús.
Un Encuentro / Escuchar
Confianza / Anunciar
Un
Encuentro
En toda oración debe
producirse un encuentro. Debemos dejar a un lado todos nuestros prejuicios y olvidar los comentarios de los
demás para aceptar un encuentro con Dios. En esa época les estaba prohibido a
los Samaritanos reunirse con los judíos. Era muy mal visto que una mujer sola hablara
con un hombre. Jamás un judío solicitaría la ayuda de una mujer, mucho menos de una Samaritana. Sin embargo,
Jesús y la Samaritana, no tuvieron miedo de lo que la gente de esa época podría
murmurar y aceptaron. El primer paso en la oración es el encuentro. En toda
oración sincera debe haber un encuentro con Dios. En la oración yo no estoy
solo, Él está conmigo.
Escuchar
No es suficiente encontrarse,
debemos saber escuchar. Jesús y la Samaritana se escuchan con atención. Uno y
otro tratan de comprender quién es la
persona a la que se le está hablando, cuáles son sus alegrías y sus penas. Dios
escucha siempre nuestra oración. Pero eso no quiere decir que hará siempre lo
que le solicitamos. Nosotros sabemos que Él nos escucha siempre y sabe, mejor que nosotros mismos lo que
necesitamos. Nosotros debemos también escuchar la voz de Dios en la oración. Él
nos habla desde el fondo de nuestro corazón y en los silencios de nuestra vida.
Si a veces en la oración no escuchamos la voz de Dios, es porque nuestra
oración no es un dialogo sino un monólogo. En toda oración sincera debemos
escuchar.
Confianza
Jesús y la Samaritana se
tienen confianza mutua, a pesar de ser la primera vez que se encuentran y que
se escuchan. Dios tiene confianza en nosotros, Él sabe que siempre podemos
cambiar de vida y hacer las cosas mejor de lo que las hacemos hoy. Nosotros
debemos tener confianza en Dios. En la oración debemos manifestarle nuestra
confianza, colocando nuestras vidas con todas sus alegrías, penas y dudas entre
sus Manos. La confianza es necesaria en la oración para descubrir el camino que
el Señor nos propone y aceptar su ayuda para vivir en paz. En toda oración
sincera debe haber Confianza.
Anunciar
Cuando la Samaritana descubre
que el hombre que acaba de encontrar, de escuchar y hablar con confianza era un
profeta y probablemente el Mesías, inmediatamente se va a compartir la Buena
Nueva con aquellos que conoce. Si en la oración encontramos al Señor, si
escuchamos su voz y si ponemos nuestra confianza en Él, no podemos quedarnos
callados y solos con esa Buena Nueva. Si nuestra oración es sincera, debemos anunciar y mostrar a los demás el camino de la paz, de la
felicidad, el camino del encuentro con Dios: la oración.
Aprovechemos de este tiempo de
Cuaresma para orar y crecer espiritualmente, como la Samaritana al encontrar a
Aquél que busca antes de todo, amarnos a pesar de nuestras debilidades, temores
y de nuestra falta de fe.
Amen P. Germán