4º Domingo
de Pascua C
Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y Día de las Madres
Los Ángeles, el 12 de mayo 2019
1ª lectura: de los Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52
Salmo: 99(100)1-2.3.5
2ª lectura: del Apocalipsis de San Juan 7,9.14b-17
Evangelio: de San Juan 10,27-30
El 4º domingo de
Pascua, celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y este
año, celebramos al mismo tiempo, el día de las Madres.
Para hablar de las
vocaciones, la Iglesia nos propone el Evangelio del Buen Pastor. Entonces,
los invito a hablar en este domingo de nuestras madres, de la vocación al
sacerdocio y del Buen Pastor.
Nuestras Madres. Primero que todo, quisiera desear una feliz
fiesta a todas las mujeres que han aceptado ser madres. Los invito también a
orar por aquellas que hubieran querido ser madres, pero que por razones
diferentes no tuvieron el privilegio de serlo. Dios compartió con la mujer el
poder de dar la vida. Solo la mujer puede estar segura de ser la madre de un
niño. Solo la mujer puede decidir conservar una vida, o terminar una vida en
su vientre. Durante nueve meses, estuvimos en el seno de una mujer que
compartió con nosotros su vida y que después del nacimiento, nos cuidó hasta
el día en que fuimos capaces de ocuparnos de nosotros mismos. La maternidad
es un privilegio, un honor y una responsabilidad. Dios bendijo a nuestras
madres y hoy, podemos agradecer a esas mujeres que consagraron días y noches para
cuidarnos, para mostrarnos el camino de la justicia y del amor, para
escucharnos y hablarnos.
Feliz fiesta a todas
las madres y no olviden jamás, de agradecer al Señor por esa misión que les
ha confiado.
Hablemos también de la vocación sacerdotal. Las madres
también tienen un papel importante en el descubrimiento y desarrollo de la
vocación sacerdotal en un joven. Las madres, conocen bien a sus hijos. Ellas
descubren frecuentemente, la vocación de un hijo de seguir a Cristo. La
oración de una madre por la vocación de su hijo y el acompañamiento discreto
pero eficaz, son importantes en la respuesta del joven, al llamado del Señor.
Invito a todas las madres de familia, a no sentir miedo, o vergüenza de
hablar con sus hijos de la vocación. La Iglesia necesita sacerdotes. Sin
sacerdotes no hay Eucaristía y sin sacerdotes, las comunidades no tienen
pastor.
El Evangelio nos
habla hoy del Buen Pastor. Cristo es el Buen Pastor que nos conoce, que nos
habla y que nos muestra el camino. La misión del sacerdote es permitir a
todos, conocer a Cristo para que puedan escucharlo, seguirlo y dejarse amar
por Él.
El sacerdote es un
hombre como los demás, que acepta estar cerca de Cristo para tratar, con su
ayuda, de ser un buen pastor al ejemplo de Cristo. Pero los sacerdotes somos
hombres como los demás. Tenemos errores y problemas como todos. A veces
estamos tristes, enfermos o desalentados. Oren por nosotros. Ayúdennos a
cumplir nuestra misión. Corríjanos con amor y sin humillarnos, o hundirnos en
el barro de la crítica, o de la calumnia. No olviden decir gracias de vez en
cuando. Como ustedes, nosotros también necesitamos palabras de aliento.
Ser sacerdote es una
misión muy bonita que el Señor nos confía y estoy feliz de amar al Señor y de
amar su pueblo.
Amen.
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